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Neuromarketing: ¿Neurociencia el futuro o el fin de la Psicología?

Neurociencia-Psicología

 

 

El problema mente y cerebro es antiguo. Quizá comenzo de forma mas relevante a partir de que tuvo lugar el dualismo, un movimiento ideológico que fue catalizado por el pensamiento del filósofo René Descartes.

Es el inicio del semestre, y estamos hablando acerca de la relacion mente y cerebro en mi introducción a la clase de psicología. «Después de todo, el cerebro produce la mente,» le digo a mis estudiantes. «Así que si queremos entender la mente, primero debemos entender el cerebro.» La clase sonríe, asiente y acepta lo que digo de entrada. Pero bueno, no son sino novatos frescos.

 

La verdad sea dicha, raramente nos referiremos al cerebro más adelante en el semestre. Cubriremos toda la gama completa de temas en psicología: el comportamiento, las emociones, la cognición, el desarrollo, la influencia social, la personalidad, la inteligencia, e incluso el comportamiento anormal y como tratarlo. Pero en ninguna de estas áreas tenemos realmente una clara idea de cómo es que se involucra el cerebro en la mente.

Gracias a el desarrollo de las técnicas de imagen cerebral como la IRMf (resonancia magnética funcional) durante las últimas décadas, ciertamente sabemos mucho más sobre el cerebro ahora de lo que solíamos. Aunque los científicos han estado estudiando el cerebro por siglos, no fue sino que hasta que lo pudimos ver en acción que ellos finalmente comenzaron a entender cómo funciona.

«Mucho de lo que sabemos del funcionamiento cerebral,» le digo a mis estudiantes, «ha sido aprendido después de que ustedes nacieron.» Y no estoy exagerando. Hay cosas que yo enseño regularmente que ni siquiera eran sabidas cuando me gradué de la universidad.

 

 

¿Neurociencia o Neuromanía? 

Como señalaron Seth Schwartz y sus colegas en un artículo reciente en el diario American Psychologist, los tremendos avances en nuestro conocimiento sobre cómo funciona el cerebro han hecho de la neurociencia el campo dominante hacia dentro de la psicología. El número de artículos que contienen la palabra neuro en su título han incrementado exponencialmente desde las últimas décadas. En parte esto se debe por que ahora es bastante difícil obtener fondos para un programa de investigación si este no incluye al menos un estudio usando tecnología de imagen cerebral.

Para brincar sobre el tren de la neurociencia, los departamentos de psicología de universidades importantes alrededor del mundo han cambiado sus nombres para incluir términos como «Ciencias Cerebrales» o «Neurociencia». En un monitoreo informal de anuncios de trabajo del APA Monitor, Schwartz y sus colegas encontraron que por lo menos la mitad incluían «neurociencia» o un término relacionado en la descripción del empleo. Parecería que la neurociencia es el futuro de la psicología.

 

 

 Dualidad mente y cerebro: un problema sin resolver

 

Pero, ¿Qué es exactamente lo que está causando tanto alboroto? El problema es que, a diferencia de las ciencias naturales, la psicología no tiene una gran teoría unificante (GTU), que enlace toda el campo en su conjunto. La lista de temas que la psicología incluye es vasta, pero no está realmente claro lo que todos esos temas tienen en común.

Lo atractivo de la neurociencia es que quizá pueda finalmente darle a la psicología una GTU. Esto se debe a que la neurociencia se basa en la premisa de que todos los procesos psicológicos pueden ser en último término explicados en términos de procesos cerebrales. Esta nueva esperanza para la psicología ha hecho emerger un neuro-zoológico de tamaño considerable, ya que cada sub-disciplina tiene ahora si propo neuro-doppelgänger.

Ahora tenemos neurociencia del desarrollo, neurociencia afectiva, neurociencia clínica, e incluso neurociencia social. Cualquier sabor de psicología que prefieras, siempre es posible espolvorear un poco de neurociencia encima. Aquellos que se encuentran en la generación de psicólogos que aún cursan la licenciatura, encontrarán difícil ser contratados u obtener fondos a menos que sepan estudiar sujetos usando la IRM.

 

 

 

La posición del reduccionismo constitutivo establece que la actividad cerebral produce todo tipo de procesos mentales. En otras palabras, la mente es un producto del cerebro, mente y cerebro son como movimiento y rueda, en vez de ser algún tipo de entidad separada, como el alma. Existe un amplio consenso en la psicología experimental de que esta es la postura correcta en relación al problema de la mente-cuerpo.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre establecer que la mente es un producto del cerebro y clamar que la mente no es nada más que actividad cerebral. Esta segunda posición se conoce como reduccionismo eliminativo. Los neurocientíficos que toman esta postura creen que eventualmente nuestra comprensión del cerebro estará tan completa que todas las otras teorías psicológicas se volverán superfluas.

Imaginate a un escáner cerebral tan preciso que pudiéramos leer cada pensamiento que tu cerebro está produciendo en tiempo real. Entonces el psicólogo detrás del escáner sabría exactamente lo que estás pensando mientras que lo piensas, y quizá incluso antes de que estes conciente de estar teniendo ese tren de ideas. Si el reduccionismo eliminativo es verdad, un conocimiento absoluto del cerebro implicaría que sabríamos todo lo que hay que saber sobre el comportamiento humano.

Tal escenario pudiera asustar a algunos, pero Schwartz y sus colegas son escépticos en cuanto a la posibilidad de que algún día suceda. Aunque están de acuerdo en que el cerebro produce la mente, ellos no piensan que la mente pueda ser reducida al cerebro. Esto se debe a un fenómeno conocido como emergencia, que es ampliamente observado a través del mundo físico.

Podemos poner un ejemplo de algo que no sea la relación mente y cerebro, tan solo para ilusrar: El ejemplo clásico de emergencia es el agua, que es una combinación química de hidrógeno y oxígeno. No hay nada en las cualidades de estos dos gases que pudieran permitirnos predecir con anticipación lo que se obtendría al combinarlos para formar un líquido. En lugar de eso, el agua líquida emerge de la reacción química de estos dos gases.

Los ejemplos de emergencia abundan en el mundo natural. Incluso en las primeras décadas del siglo XX, algunos biólogos aún creían en una «fuerza vital» que animaba a todas las cosas vivientes. Pero ahora sabemos que existe tal fuerza. Una célula solo es una bolsa de químicos, ninguno de los cuáles están vivos, pero mediante las complejas interacciones de estos químicos sin vida, la vida emerge.

Y lo mismo ocurre en la relación entre mente y cerebro. Ninguna de los cientos de billones de neuronas que constituyen tu cerebro está consciente. Y aún así, a traves de los complejos intercambios de químicos y señales eléctricas dentro de la vasta red que estas neuronas crean, la conciencia emerge.

Schwartz y sus colegas también advierten de lo que ellos llaman la «neuro seducción,» que es la tendencia a aceptar posturas dudosas que vienen adornadas con términos de la neurociencia.  En un estudio, los estudiantes aún por graduar juzgaron reportes lógicamente defectuosos de hallazgos de investigaciones y encontraron más convincentes aquellos donde se presentaba la frase «escáneres cerebrales». Del mismo modo, la compañía Lumosity sedujo a más de 70 millones de suscriptores con sus «juegos para entrenar el cerebro» que supuestamente estaban basados en la neurociencia. Eso ocurrió hasta que la FTC encontró a la compañía culpable de falsa publicidad y la golpeó con una cuantiosa multa.

Los neurocientíficos de verdad no son tan fácilmente seducidos. Ellos de hecho entienden que los estudios cerebrales solo muestran correlaciones entre los distintos estados cerebrales y los estados mentales. Lo que aprenderan mis estudiantes la semana que entra en un capítulo de métodos de investigación, la correlación no implica la causación. Y la correlación no significa que una variable es reducible por otra.

En las primeras décadas del siglo XXI, la neurociencia es psicología «sexy». Pero Schwartz y sus colegas señalan que ya antes hemos sido seducidos. Al finalizar el siglo XX, Freud y sus amigos acuñaron el psicoanálisis y la presentaron como la teoría última de la mente humana. Unas cuantas décadas después John Watson y B.F. Skinner promovieron el conductismo radical como el camino iluminado hacia una psicología verdaderamente científica. Ambas tuvieron sus buenos días, sin embargo ninguna logró unificar el campo.

Actualmente, el psicoanálisis y el conductismo no son sino dos platillos para probar de un buffet de cientos de entradas que llamamos psicología. Dentro de las siguientes décadas, nos daremos cuenta si la neurociencia es solo otro platillo más en la mesa, o si es el único que hay en el menú.

Tal parece que la dualidad mente y cerebro no está nada cerca de desaparecer. Lo que lo vuelve un problema exquisito que seguirá asombrando a las generaciones venideras.